- Saber por qué estimulamos: la regla principal es el saber los objetivos y principios que rigen la importancia de la estimulación temprana. Se debe tener en cuenta la plasticidad neuronal del bebé, ya que en los 3 primeros años de vida el cerebro realiza el mayor trabajo de toda su vida, puesto que se produce la mayor cantidad de conexiones sinápticas. Dichas conexiones sinápticas las propician las interacciones con el niño (juegos, diálogos, caricias) y es lo que permite el aprendizaje de nuevas situaciones.
- Considerar la disposición del niño: se debe tener en cuenta el momento indicado para realizar la estimulación, cuando el pequeño esté dispuesto y atento. Se deben observar las actitudes, gestos, expresiones, ya que éstas son las que nos indicarán el estado de ánimo del niño. Lo que debe primar ante todo es la necesidad del bebé y el propiciar el momento adecuado y oportuno.
- Organizar un ambiente propicio para el aprendizaje: es muy importante que el niño se encuentre en un clima agradable, cómodo, y que motive y despierte su atención. Además hay que asegurarse de que existe una buena iluminación, temperatura adecuada, y que el ambiente esté organizado de manera que no confunda al niño, sino que le permita dirigir su conducta y aprendizajes.
- Respetar el ritmo de aprendizaje del niño (estimular no es adelantar): cada niño tiene su propio ritmo de aprendizaje y no podemos sobrecargarlo. Estimular es propiciar el desarrollo de habilidades de manera oportuna, es decir, en el momento adecuado, y ese momento adecuado nos lo va marcando el pequeño con sus peculiaridades. En cada etapa infantil, existen una serie de capacidades que se deben desarrollar, por ello se deben conocer las etapas de desarrollo y logros, ya que todos los niños siguen una secuencia general. Por ello con la estimulación temprana lo que se pretende es potenciar esas habilidades.
- El tiempo de estimulación: este es un punto muy importante, ya que por cuanto más estimulamos al niño no significa que vaya a aprender antes, es al contrario, lo que conseguiremos es saturación. Las actividades se realizarán a través de juegos y adaptando el tiempo de la sesión a la edad y características de cada niño. Cuando estamos en casa, lo que se hace es aprovechar cualquiera de los momentos en los que el niño esté dispuesto y atento.
- Reforzar positivamente los esfuerzos del niño: con el reforzamiento positivo lo que conseguimos es que una conducta aumente, es decir, cuando el niño realiza una conducta tras la que le sigue una consecuencia positiva para él, volverá a repetir dicha conducta. Por ello es muy importante reforzar de manera positiva los logros que consigue, pero también ofrecerle apoyo y animarlo a enfrentarse y superar obstáculos. Gracias a esto, en el futuro ese niño será capaz de asumir retos.
María Jesús Meneses Delgado
Gabinete Infantil Perenquén.
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