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miércoles, 6 de agosto de 2014

¿Tu hijo tiene tics?

Para conocer si tu pequeño sufre tics, te vamos a ofrecer sus características. Sin embargo, en caso de dudas o sospechas, siempre es mejor acudir a un profesional.

Características de los Tics:
  • Repentina rapidez. 
  • Transitoriedad. 
  • Naturaleza circunscrita de los movimientos. 
  • Falta de trastornos neurológicos subyacentes. 
  • Reiteración. 
  • Desaparecen durante el sueño. 
  • Pueden ser reproducidos o suprimidos voluntariamente. 
  • Falta de ritmicidad. 
  • Suelen presentarse como fenómenos aislados. 
  • Suelen acompañar a una amplia variedad de trastornos de las emociones (obsesivos e hipocondríacos). Y a retrasos específicos del desarrollo. 
Existen varios tipos de tics:
  • Tics motores simples: Los más frecuentes son parpadear, sacudir el cuello, encoger o levantar los hombros y muecas faciales.
  • Tics motores complejos: Oler objetos, saltar, toser, ecopraxia (imitar sin sentido los movimientos que hace otra persona).
  • Tics vocales simples: Toser, carraspear, gruñir, aclarar la garganta, inspirar fuertemente aire por la nariz, soplar, etc.
  • Tics vocales complejos: Consisten sobre todo en repetir palabras o frases fuera de contexto. Los más frecuentes son coprolalia (usar palabras que no son aceptables socialmente), ecolalia (repetir palabras que se acaban de oír), etc.
Los trastornos por tics se pueden distinguir tanto por la edad de inicio, como por la duración de los mismos o por la cantidad y tipos de tics que poseen. Por lo que hay que descartar entre los distintos trastornos por tics que existen:
  • Trastorno de la Tourette: Existen tics motores múltiples y al menos un tic vocal, aunque no necesariamente al mismo tiempo. Causa fuerte malestar en áreas importantes de la persona. Con una duración de más de 12 meses, sin 3 meses consecutivos libres de tics. Comienza antes de los 18 años y no es debido a efectos por sustancias o por una condición médica. 
  • Trastorno por tics motores o vocales crónicos: Presenta tics motores o vocales, pero no ambos. Su duración es de más de 12 meses, sin 3 meses consecutivos libres de tics. Comienza antes de los 18 años y no es debido a efectos por sustancias o por una condición médica. 
  • Trastorno por Tics Transitorio: Poseen tics motores y/o vocales únicos o múltiples. Su duración es de 4 semanas a 12 meses. Causa fuerte malestar en áreas importantes de la persona. Comienza antes de los 18 años y no es debido a efectos por sustancias o por una condición médica. 
  • Trastorno de tic no especificado: Se aplica cuando la duración es inferior a 4 semanas, la presentación de la edad es después de los 18 años o cuando la persona tiene un tic motor y uno verbal de más de un año de duración. 

Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

lunes, 4 de agosto de 2014

El embarazo psicológico

El embarazo psicológico aunque parezca cosa de películas cómicas, es real. Suele darse en mujeres que sienten una gran necesidad de ser madres o totalmente al revés, que tiene auténtico pánico a quedarse encintas, también las que pasan por una situación difícil con presión por parte de la familia o por problemas físicos o emocionales.

Dichas mujeres pasan por los mismo estadios que en un embarazo real, incluso sin haber practica el sexo ni haber existido fecundación. Incluso al hacerse las pruebas de embarazo, da positivo debido al aumento de las hormonas del ciclo productivo en su cuerpo.

Para poder comprobar si realmente es cierto, lo más recomendable es acudir al ginecólogo y que le haga un examen, en caso de que el embarazo sea psicológico, será derivada a un psicólogo que le ayuda a pasar por ello y encontrar una solución a través de terapia.

Las características habituales son:

  • Son jóvenes, casadas o solteras que tienen miedo a quedar embarazadas
  • Desean participar en el embarazo de otra mujer muy cercana a ellas, como su hermana o mejor amiga
  • Tienen fuertes deseos de ser madres o desean complacer a su pareja y tener hijos
  • Han pasado por diferentes tratamientos de fertilidad sin éxito
  • Empiezan a tener síntomas de la menopausia
  • Reciben presión por parte de su familia o pareja para quedar embarazadas
  • Son adolescentes que iniciada su vida sexual, temen el rechazo o regaño por parte de su familia si llegaran a embarazarse
Aunque no hay un embrión dentro del útero, se tienen los mismos síntomas que en un embarazo real:
  • Náuseas
  • Vómito
  • Crecimiento del vientre y los senos
  • Producción de leche
  • Desaparición de la menstruación
  • Sensación de movimiento fetal
  • Antojos

Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

Enlaces consultados:
http://www.bbmundo.com/embarazo/1er-trimestre/embarazo-psicologico

Los Miedos y las fobias infantiles

Normalmente entre los 9 y los 12 años el miedo a la oscuridad y a los seres imaginarios disminuye, y comienzan a tener temor por sucesos relacionados con el colegio (las calificaciones), con la aceptación social (integración en el grupo de iguales, aspecto físico) a la soledad, a la enfermedad y a la muerte. Por ello, podemos pensar que si este tipo de miedos persiste, se trata de un miedo desadaptativo.

Cuando los miedos son más severos, persistentes y alteran significativamente el funcionamiento del niño en su entorno familiar, escolar o social, podemos encontrarnos con trastornos que ya no formarían parte del ciclo evolutivo “normal” sino que deberían ser objeto de tratamiento especializado.

Para comenzar a superar el miedo a la oscuridad es muy importante el ambiente de su habitación, ya que debe ser lo más agradable posible. Así aumenta la probabilidad de que descanse de manera plácida y sin respuestas emocionales negativas. Entre ellas tenemos:

  • Luz: se retirarán estímulos externos como luminosidad para ir disminuyendo el grado de activación del niño. Si el niño no quiere que se le apague la luz, se irá reduciendo de manera progresiva la intensidad a través de un regulador eléctrico, también a través del grado de abertura de la puerta de la habitación para que le llegue la luz del pasillo o con un piloto de luz en una esquina de la habitación. Todas estas ayudas las iremos retirando. 
  • Ruido: los ruidos elevados o cambios bruscos interfieren en el sueño, pero tampoco es beneficioso que haya silencio absoluto. Que los niños oigan a sus padres de fondo por la casa les tranquiliza, al igual que los ruidos monótonos como la radio, un motor, una conversación etc. 
  • Condiciones climáticas: mucho calor en la habitación dificulta el sueño, por lo que debe estar bien ventilada y a una temperatura adecuada (entre 18 y 20 grados). 
  • Decoración: los colores claros facilitan el sueño. 
A parte de todo esto, existen unas rutinas que promueven la adquisición de buenos hábitos a la hora de dormir y que pasamos a explicar ahora. Además, el niño no debe tener hambre o sed, ni cansancio excesivo, ni ganas de orinar etc. Hasta los más grandes deben tener su hora de acostarse, y esto es así por una serie de razones:

Los niños sienten seguridad en la rutina, les gusta la seguridad de lo habitual y es importante disponer de ciertos objetos con los que pueden contar (su mantita, su peluche), además de ciertas actividades (besar a todos antes de irse a dormir). Tanto los rituales como los detalles reconfortantes de seguridad les sirven para separarse de los seres queridos y pasar la noche en su habitación a solas.

Es importante que los padres no se rían ni se burlen de los hábitos del niño, pero tampoco que dichos hábitos sean interminables, es decir, se ha de limitar el número de juguetes que el niño se lleva a la cama por ejemplo. Algunos niños alargan esto demasiado, lo que comporta 15 minutos adicionales para conseguir que, por fin, se vayan a la cama. Si el niño se sale con la suya, será preciso aplicar consecuencias negativas: pérdida de privilegios al día siguiente o acostarse más temprano la próxima noche.

Unos hábitos nocturnos regulares conseguirán que el niño sepa que el momento de acostarse se acerca y que ha llegado el momento de parar. Se puede seguir esta guía para establecer una rutina nocturna:
  • Mantener al niño calmado: Los juegos de peleas o los juegos muy activos inmediatamente antes de irse a la cama, no preparan al niño para dormir. Media hora antes de acostarse, el niño debe encontrarse relajado para cuando llegue el momento. Más que una guerra de almohadas o un juego de pelota, serán unas costumbres sosegadas como resolver rompecabezas, colorear etc. Luego puede tomarse un vasito de leche, (nunca bebidas con gas o cafeína). Y en el baño realizar la higiene habitual (cepillar los dientes, orinar, ducharse, ponerse el pijama, etc.) 
  • Simplificar: Tener en cuenta el horario de la familia y las preferencias del niño, es decir, no comenzar con normas que después no se van a seguir. La rutina de acostarse debe proporcionar una sensación de seguridad cálida, un final del día confortable. Se discutirán por encima las incidencias del día que termina y se planearán cosas para el día siguiente. Preparar sus ropas para el día siguiente, junto a los libros, será de utilidad para niños más crecidos, como en nuestro caso.
  • El niño debe saber cuándo empieza la rutina del momento de acostarse. Esto puede ser tan simple como decir “el momento de irse a la cama es el momento en que termina tal programa de televisión”. O se pueden utilizar señales visuales (dibujar un reloj con las manecillas señalando el momento de acostarse y colocarlo cerca del reloj real, así cuando coincidan las agujas, el niño sabe que es el momento de irse a la dormir)
  • Hacerlo especial. Lo ideal sería que el momento de acostarse fuera cálido y acogedor. Tanto para los padres como para el niño es un momento de calor y de seguridad. A muchos niños les encanta escuchar una y otra vez el mismo cuento antes de irse a la cama. A otros les complace escuchar cuentos inventados, mientras que a otros les divierten las canciones infantiles.
  • No hay que pensar que los niños algo mayores no necesitan estos hábitos. Incluso a los preadolescentes les encanta que les lean o bien les gusta utilizar estos momentos para charlar de algo importante. El momento de acostarse es una excelente oportunidad para los padres de acercarse a sus hijos. Algunos niños adquieren el hábito de leer, otros escriben su diario o planifican el día siguiente, otros hacen ejercicios de relajación.
  • Se ha de ser flexible, pero también se ha de saber cómo terminar las costumbres rituales, de no ser así la rutina nocturna puede convertirse en algo cansado o interminable. Los padres no deben permitir evasivas por parte del niño, ni dejarse convencer.
También existen una serie de juegos que ayudan a superar el miedo a la oscuridad de una manera mucho más lúdica:
  • La gallina ciega: en este juego están los padres con el niño en una habitación con la luz encendida, para empezar es uno de los padres quien se venda los ojos y comienza a buscar al niño hasta que lo encuentra. Luego es el otro progenitor el que se venda los ojos. Una vez ya hayan jugado los padres, le toca al niño ponerse la venda, al principio los padres se dejan alcanzar en seguida, pero luego van aumentando el tiempo en el que el pequeño tarda en atraparles. 
  • Sorpresas en la oscuridad: los padres colocan un regalo envuelto en papel muy llamativo, dentro del dormitorio del niño que está a oscuras. En un principio el regalo lo colocan en un lugar de fácil acceso, y poco a poco se va dificultando la búsqueda. El niño tiene que encontrar el regalo con la luz apagada, tiene que cogerlo y abrirlo fuera de la habitación. 
  • Adivinanza de objetos: los padres se encuentran con el niño en la habitación a oscuras, los padres le van dando objetos al niño y éste tiene que adivinar de qué se trata a través del tacto, olor y gusto. En un principio los objetos son fáciles de identificar y luego se van complicando. Hay que alabar sus aciertos. 
  • Animales amigos: en este juego el niño se encuentra acostado en su cama con la luz apagada, sus padres están fuera. Éstos le van haciendo sonidos de animales que el pequeño debe adivinar, al principio son sonidos fáciles de identificar, luego se van complicando. No se deben utilizar sonidos de animales que atemoricen al niño. Poco a poco el tiempo entre un sonido y otro se va alargando. 
  • Sombras: todos los miembros de la familia se divierten en la habitación a oscuras con un solo punto de luz y realizando sombras en la pared con los dedos. 
Gracias a estos juegos se desmitifica la oscuridad como tal y el niño se familiariza con la ausencia de luz.

Hay una serie de consejos muy útiles dirigido a los padres:
  • En el caso de que los padres valoren que su hijo tiene miedo y está muy asustado, no se debe menospreciar la situación, al contrario, se debe hablar con el niño, demostrarle cariño y comprensión e intentando identificar qué es lo que le produce miedo y hablando de ello. 
  • Es muy positivo que el niño se sienta escuchado sin sentirse avergonzado o regañado por parte de sus padres. Además debemos transmitirle seguridad y confianza, todo en un tono relajado. 
  • No debemos sobreprotegerle, sino alentarle a que se enfrente a sus temores de manera gradual, elogiando sus avances y sin presionarlo. Es decir, debemos fomentar su autoestima y autonomía. 
  • También podemos enseñarle a contrarrestar la ansiedad (escuchando música, con ejercicios de relajación, masajes etc.) 
  • Si el niño se muestra con muy temeroso durante la noche y llama a sus padres, éstos pueden acudir para tranquilizarle, pero siempre con la luz apagada, sólo podrán encenderla cuando el niño esté calmado. 
  • Los niños deben ver en los padres un modelo a seguir, por lo que éstos no deben comentarle sus angustias. Hay que tener en cuenta que el modelado, por parte de los padres, son los patrones que el niño interioriza (padres excesivamente preocupados pueden ser un mal modelo y aumentar la tensión). 
  • Una buena forma de quitarle hierro al asunto es utilizando el humor (mediante dibujos y bromas). 
  • No hay que ignorar el miedo del pequeño ni menospreciarlo, pero tampoco hay que reaccionar de manera exagerada. 
  • No hay que evitarle los objetos y hechos que teme, ya que con esto sólo conseguiremos que supere el miedo de manera momentánea, no definitiva. 
  • No debemos mentir al niño, sino explicarle las cosas de una forma sencilla y que pueda entender. 
  • No debemos forzar al niño a efectuar aquellas conductas que teme. Hay que trazar un plan de forma que podemos crear aproximaciones sucesivas. Por ejemplo, en nuestro caso del niño que teme a la oscuridad, no podemos pretender que lo supere inmediatamente por mucho que se lo razonemos. Hay que crear una gradación de situaciones (por ejemplo diferentes habitaciones con distintos grados de iluminación hasta llegar a la oscuridad total) para que el niño vaya progresando. 
  • Evitar siempre ridiculizar al niño por sus miedos, en especial, delante de sus compañeros. No reírse de él, no castigar ni sermonear. La atención debe estar dirigida a las posibles soluciones no a las consecuencias punitivas. 
  • Evitar el visionado de películas, juegos o actividades que comporten violencia, miedo o terror. Procurar que las personas de su entorno no lancen mensajes amenazadores. 
  • No se trata de aislar o sobreproteger al niño. Hasta cierto punto el niño debe ir integrando las diferentes emociones y el miedo forma parte natural de nuestra vida desde el inicio. No obstante, siempre será de gran ayuda que estas emociones estén reguladas por el consejo y el acompañamiento de los padres.
Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

viernes, 1 de agosto de 2014

La Anorexia Nerviosa

Criterios para el diagnóstico de Anorexia nerviosa:
  1. Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y la talla (p. Ej., pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85 % del esperable, o fracaso en conseguir el aumento de peso normal durante el período de crecimiento, dando como resultado un peso corporal inferior al 85 % del peso esperable).
  2. Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal.
  3. Alteración de la percepción del peso o la silueta corporales, exageración de su importancia en la autoevaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal.
  4. En las mujeres pospuberales, presencia de amenorrea; por ejemplo, ausencia de al menos tres ciclos menstruales consecutivos. (Se considera que una mujer presenta amenorrea cuando sus menstruaciones aparecen únicamente con tratamientos hormonales, p. Ej., con la administración de estrógenos.).
Especificar el tipo:
  • Tipo restrictivo: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo no recurre regularmente a atracones o a purgas (por ejemplo provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).
  • Tipo compulsivo/purgativo: durante el episodio de anorexia nerviosa, el individuo recurre regularmente a atracones o purgas (por ejemplo provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas).



Diagnóstico diferencial:

Para hablar del diagnóstico diferencial, deberíamos tener en cuenta que no toda joven con pérdida de peso o amenorrea padece Anorexia, ni tampoco todas las personas que se preocupan por el peso y siguen una dieta estricta. Entre las jóvenes adolescentes existe un habitual descontento con el cuerpo y no por esto se debe llegar a la conclusión de que padecen Anorexia.

El diagnóstico requiere otros hallazgos positivos además de la pérdida de peso y dieta. Es decir, siempre que tengamos la sospecha de que una paciente sufre de Anorexia, pero no cumpla los criterios diagnósticos, se debe considerar la posibilidad de que esté ocultando la verdad o bien padezca otra enfermedad.

El diagnóstico diferencial es extenso, tanto desde una perspectiva médica como psiquiátrica:



En definitiva, lo normal es que la mayoría de las niñas y muchas de las adolescentes con Anorexia, no se ajusten completamente a los criterios del DSM-IV.

Primero porque es muy difícil aplicar los criterios de peso establecidos para la Anorexia, ya que calcular el peso teórico implica considerar una talla ya influida por la desnutrición. Además, en la mayoría de las jóvenes, el diagnóstico de Anorexia se hace antes de que presenten un cuadro florido, seguramente por la vigilancia social que tienen las menores, lo que permite un diagnóstico más precoz.

En la infancia, hay diferencias sustanciales en cuanto a las manifestaciones clínicas de la Anorexia. Dichas manifestaciones suelen ser menos evidentes, por ejemplo, puede haber menor pérdida de peso, ya que primero la restricción calórica disminuye o detiene el crecimiento pondoestatural. Además, a menor edad no puede establecerse si una adolescente temprana es todavía premenárquica o si ha desarrollado una amenorrea primaria.

Las niñas suelen deshidratarse con mayor facilidad que las adolescentes, esto es así porque no comprenden el concepto de las calorías y simplemente restringen toda ingesta, incluso evitando el agua. La gran parte de las adolescentes, en cambio, se encuentran bien hidratadas en el momento del diagnóstico, ya que ingieren agua y otras bebidas sin calorías, con el conocimiento de que esto no les traerá una ganancia de peso. Las adolescentes tienden a estar más emaciadas y bradicárdicas.

Es muy importante tener en cuenta que no debería haber una pérdida de peso establecida, y que la amenorrea no debe ser determinante, ya que algunas personas claramente afectadas se clasificarían como trastorno alimentario no especificado, siendo ésta una afección mucho menos peligrosa, con el riesgo de no recibir la intensidad de tratamiento requerida.

Tabla de IMC (índice de masa corporal) y los niveles de peso en la Anorexia:

IMC
NIVEL DE PESO
Menos de 17
Severo infrapeso
De 18 a 20
Peso bajo
De 20 a 25
Peso normal
De 25 a 30
Sobrepeso
De 30 a 40
Moderadamente obeso
De 40 en adelante
Gran obeso



Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

Cuidado con las etiquetas que les ponemos a los niños

Cuando nuestros niños hacen algo mal o inapropiado, les etiquetamos (llorón, miedica, etc.) No queremos lastimarles, pero etiquetarlos de esa manera no les ayudará en absoluta a cambiar de actitud, al revés, se sentirán limitado y pensarán que nunca podrán cambiar.

Para ayudar a que mejoren su personalidad y evitar que se acomplejen, te recomendamos seguir los siguientes consejos: 

  • Busca oportunidades para mostrarles una buena imagen de ellos mismos: reconoce y alaba los pequeños cambios positivos que hacen, el cariño es más efectivo que las riñas. Así, por ejemplo, si tu hijo suele quejarse mucho, felicítale cuando pida algo sin quejarse. 
  • Dales oportunidades para el éxito: de este modo, se verán de otra manera y si lo consiguen, se motivarán. Y es que así, además, saben que tienen tu confianza y este hecho favorecerá el cambio. 
  • Intenta que te oigan cuando les alabes delante de otra persona: tu opinión marca profundamente el concepto que tienen de ellos mismos, por eso, les harás sentir menos inseguros y contribuirás a modificar su conducta. 
  • Dales ejemplo: eres su modelo, por lo tanto, no hay mejor forma de que se comporten correctamente que si ven que tú lo haces. 
  • Recuérdales las cosas que han hecho bien anteriormente: si ven que han sido capaces de hacer algo que no solían conseguir, se sentirán bien. Hasta puedes escribirles sus logros en un libro y leérselos de vez en cuando. 
  • Cuando actúen según una vieja etiqueta, expresa tus sentimientos y expectativas: es bueno que entiendan que no se han comportado como es debido, pero también hay que ofrecerles soluciones. En todo caso, antes que repetirles de forma reiterada qué es lo que han hecho mal, es mejor explicarles que nos sentimos mal y cuál hubiera sido el comportamiento que esperábamos. 
Es recomendable tener cuidado cuando usamos las palabras “siempre” y “nunca” con los niños, porque cierran su futuro ante cualquier intento de cambio. No lo ven como los adultos, algo circunstancial, ellos se toman las palabras al pie de la letra.

¿Y en el cole? A veces es en la escuela donde otros niños les etiquetan, que hacemos?:

  • No le des mayor importancia: si no le invitan, por ejemplo, a un cumpleaños, hazle ver que ya le invitarán a otro y que puede hacer otras cosas divertidas. 
  • Deja que decida: tu hijo sabe cuándo otro niño no se está comportando de forma correcta con él sólo por un momento o si lo es siempre y le está acosando. Los mismos niños culpan a los que los tratan mal, se dan cuenta y, finalmente, no permiten que lo hagan. 
  • No le consueles diciéndole que es el mejor: si ve que no le aceptan por cosas innatas, pensará que no puede cambiar y que nunca lo superará. En cambio, sí intentará cambiar algo que no le sale bien si le ayudas. 
  • Valora la situación con perspectiva y ten en cuenta que no siempre le han discriminado: antes de hablar con tu hijo, y por muy enfado que te pueda causar la situación, debes tomar perspectiva y calmarte. Si estás enfadado, al final conseguirás más exponer tus sentimientos de rechazo que en enseñarle realmente como manejar la situación. 
  • Sé proactivo: antes de que aparezca un mal entendido, evítalo. Anticípate y evita que puedan decir algo ofensivo. Para ello, si es necesario, puedes hablar con los profesores de tu hijo, sus compañeros y con los padres de éstos. 
  • Dale explicaciones que se adapten a su edad: para que entienda mejor las situaciones y no se desconcierte. 
  • Crea vuestra propia forma de divertiros: los niños necesitan darse cuenta de que para tener relaciones de amistad sólidas no es necesario actuar o verse como los demás. No han de sentirse fracasados si no encajan en la cultura mayoritaria en su escuela. Deben saber que pueden buscar otros amigos y actividades en las que se lo pasen bien. 
  • Consulta con el médico si crees que la situación afecta a su salud mental: si detectas que ya no disfruta de las cosas que le gustan, come demasiado o no come, se aísla socialmente, que quieren dormir contigo, que se queja de dolor de tripa, etc. consulta con un profesional. 
Es muy importante como padre, que sepas cómo reaccionar para evitar problemas en el presente pero también en el futuro de tu hijo.

Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

Enlaces consultados:
http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/poner-etiquetas-ninos-no-solucion-cambien-actitud

lunes, 28 de julio de 2014

Ocho maneras de reducir el dolor que producen las inyecciones a los bebés

Los primeros contactos que los bebés tienen con las agujas, suelen ser muy desagradables, pero por su bien necesitan recibir esas vacunas. Antes de los 2 añitos, cada bebé habrá experimentado unas 20 inyecciones aproximadamente, causándoles dolor y malestar, pero existen algunas formas de suavizarlo.

Estos consejos ayudan a que se disminuya notablemente el tiempo del llanto del bebé después de la inyección, pero en caso de que el niño siguiera quejándose mucho tiempo tras dicha vacuna, se le puede administrar Ibuprofeno, siempre y cuando tenga al menos 6 meses y no sufra de enfermedades que lo contraindique.

Para aliviar las molestias de una inyección, sigue estas 8 recomendaciones: 
  • Quédate siempre cerca de él mientras reciba la inyección, a ser posible sujetándolo. Varios estudios confirman que el afecto tenía efectos beneficiosos para el ánimo del niño. 
  • Amamántalo tras la inyección. Eso le ayuda a calmar el llanto. Incluso es posible hacerlo durante la vacunación, ya que así el niño llora menos. 
  • Ofrécele un poco de agua azucarada. Una pequeña dosis les ayuda a sentir menos la molestia del pinchazo, según han podido probar diversos estudios. Esta puede estar incluso impregnada en el mismo chupete. 
  • Acaricia al bebé con suavidad. Es importante que sienta permanentemente el contacto de uno de los padres, o incluso murmurarle al oído suavemente. Si es posible, es mejor en la barriga, siempre que la posología de la vacuna lo permita. 
  • Consulta si existen alternativas. En muchos casos no quedará más remedio que emplear la jeringa, pero para algunos fármacos, existen unos inyectores de aire comprimido, para aquellas sustancias subcutáneas. Infórmate de si es aplicable al niño en algún caso. 
  • Pregunta por las vacunas combinadas. En algún caso, se puede administrar más de una vacuna en la misma dosis (aunque no siempre es esto posible). Consulta con el médico, ya que ello le ahorrará algún pinchazo al pequeño. 
  • No sientas angustia. Muchas veces, y sin querer, transmitirás tu sentimiento al bebé. Piensa que su dolor es pequeño y no tendrá ninguna repercusión para él. Si permaneces con calma, él lo percibirá y le ayudará a calmarse. 
  • Intenta distraerlo. Su peluche preferido, un muñeco, un juguete… Cualquier objeto que aprecie y que podamos ofrecerle mientras reciba la inyección hará que se sienta un poco mejor y distraerá su atención del pinchazo. 
  • No olvides elogiar la actitud de valentía del niño una vez que ha recibido la inyección.

Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

Enlaces consultados:
http://faros.hsjdbcn.org/es/articulo/ocho-maneras-reducir-dolor-producen-inyecciones-bebes

Tipología del Retraso Mental

Grados del Retraso Mental:
Existen 4 grados de Retraso Mental, según su nivel de limitación intelectual: leve, moderado, grave o profundo.

Categorías del RM:

  • Ligera C.I: 57-67 
  • Moderada C.I: 36-51 
  • Grave C.I: 20-35 
  • Profunda C.I: inferior a 20. 
Luego tenemos la inteligencia límite o Bordeline: (- 68-85- 69-80)
No se considera Deficiencia Mental.

Recordemos que el C.I. medio de la población se sitúa en 100 con una desviación típica de 10 (en escalas del WISC).

Tabla clasificación CI:
                     

C.I.
CLASIFICACIÓN
> 175
Genio
130-175
Muy Superior
120-130
Superior
110-120
Normal Brillante
90-110
Normal Medio
80-90
Normal Lento
70-80
Fronterizo o Bordeline
45-70
Leve o Ligero
35-45
Moderado
25-35
Grave o Severo
< 25
Profundo

Tipos de RM:
  • Retraso Mental Leve 
Supone el 85% de todos los casos. En la mayoría de los casos no existe un etiología orgánica, debiéndose a factores constitucionales y socioculturales, por lo que suelen pasar inadvertidos en los primeros años de vida, ya que su aspecto físico suele ser normal aunque puede haber algún tipo de retraso psicomotor, hasta que comienzan el colegio. Tienen capacidad para desarrollar los hábitos básicos como alimentación, vestido, control esfínteres, etc., salvo que la familia haya tenido una actitud muy sobreprotectora y no haya fomentado dichos hábitos.

Pueden comunicarse haciendo uso del lenguaje tanto oral como por escrito, si bien, presentarán déficits específicos o problemas (dislalias) en alguna área que precisará de refuerzo. Con los adecuados soportes pueden llegar a conseguir autonomía.

En cuanto a aspectos de la personalidad suelen ser obstinados, tercos, muchas veces, como forma de reaccionar a su limitada capacidad de análisis y razonamiento. La voluntad puede ser escasa y pueden ser fácilmente manejables e influenciados por otras personas.

Como se sienten rechazados, con frecuencia prefieren relacionarse con los de menor edad a los que pueden dominar. Los de mejor nivel intelectual, al ser más conscientes de sus limitaciones, se sienten acomplejados, tristes y huraños.

En la vida adulta pueden manejarse con cierta independencia, trabajando en diferentes oficios con buen rendimiento en las tareas manuales.

  • Retraso Mental Moderado 
Representan el 10%. La etiología suele ser orgánica por lo que presentan déficits somáticos y neurológicos. En el origen se especula con anomalías genéticas y cromosómicas, encefalopatías, epilepsia y trastornos generalizados del desarrollo (T.G.D.) que comprenden el autismo y la psicosis infantil. Pueden llegar a adquirir hábitos elementales que les permitan cierta independencia pero deberán ser guiados en otras muchas facetas.

Respecto a su capacidad de comunicación puede ser variable y va desde un continuo donde pueden expresarse verbalmente y difícilmente por escrito a presentar serios problemas con deficiente pronunciación y ausencia total de la capacidad para escribir.

Pueden adquirir conocimientos pero se reducen a mecanismos simples memorizados, con escasa capacidad para comprender los significados y establecer relaciones entre los elementos aprendidos.

Pese a todo, pueden aprender a través de programas educativos especiales, aunque siempre se mostrarán lentos y con limitaciones de base.

El carácter que predomina en estos niños es el de la hipercinesia con aparición frecuente de rabietas. Les gusta reclamar la atención del adulto y pueden utilizar cualquier método para conseguirlo, en especial, aquellos niños que tienen menguadas sus capacidades de expresión verbal. La afectividad es muy lábil con manifestaciones exageradas de sus sentimientos, pudiendo pasar de la búsqueda afectiva de un adulto a mostrar con él un comportamiento desobediente e incluso provocador y agresivo.

  • Retraso Mental Grave 
Suponen un 3-4%. La etiología en estos casos es claramente orgánica en su mayoría, semejante a la descrita en el Retraso Mental Moderado pero con mayor afectación en todas las áreas tanto somática, neurológica o sensorial, poniéndose de manifiesto un retraso general en el desarrollo desde los primeros momentos de vida.

Adquieren mecanismos motores elementales y el aprendizaje de hábitos de cuidado personal es muy lento y limitado, necesitando siempre ayuda y supervisión. Los que llegan a comunicarse verbalmente, lo hacen con pocas palabras o frases elementales con defectuosa pronunciación.

Pueden adquirir algunos conocimientos simples y concretos de sus datos personales, familiares así como de objetos personales de uso habitual aunque estos contenidos pueden no ser persistentes debido a su dificultad para fijarlos en la memoria a largo plazo.

En la conducta destacan las crisis de cólera y agresividad por su falta de razonamiento, llegando a las autolesiones. Suelen ser frecuentes los trastornos de hábitos motores: chupeteo, balanceo, bruxismo, así como síntomas psicóticos: estereotipias, manierismos, ecolalia, etc.

En la vida adulta pueden adaptarse a la vida familiar y comunitaria, siempre de forma tutelada, pudiendo insertarse en programas laborales de terapia ocupacional en tareas muy simples.

  • Retraso Mental Profundo 
Representan tan sólo el 1 o 2% del total de los diagnosticados como retrasados. La etiología es siempre orgánica, produciendo graves alteraciones en todos los niveles con una importante afectación motriz.

Dentro de esta categoría, a veces, se solapan otros trastornos que pueden ser susceptibles de diagnóstico diferencial y en el que el Retraso mental profundo es uno de sus síntomas. Nos estamos refiriendo al Autismo atípico o a los diferentes síndromes genéticos que suelen cursar con Retraso Mental (Síndrome de X Frágil, Síndrome Cri du Chat, etc...).


Redactado por: 
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

sábado, 26 de julio de 2014

¿Tu hijo aún se hace pis en la cama? (Enuresis nocturna)

La enuresis nocturna es un término que se refiere a los escapes involuntarios de pis durante la noche. Es una alteración bastante frecuente, de hecho según la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) dice que afecta entre 15-20% de los niños españoles de 5 años. En la mayoría de los casos, la enuresis desaparece con la edad del niño, pero a veces es necesario un tratamiento específico, de muy fácil aplicación y sin efectos secundarios para el pequeño.

Es importante acudir a consulta en caso de que el problema se alargue en el tiempo durante meses, ya que puede tener repercusiones psicológicas y sociales en el niño (vergüenza, malestar, baja autoestima, además de no poder disfrutar de actividades como acampadas, etc,).La enuresis nocturna es el resultado de varios factores que afectan al niño, que pueden ser factores fisiológicos, genéticos, de aprendizaje, etc. En muchas ocasiones somos nosotros, los adultos, los que sin darnos cuenta mantenemos dichas conductas.

Los criterios para el diagnóstico de Enuresis según el DSM-IV son:

  1. Emisión repetida de orina en la cama o en los vestidos (involuntaria o intencionada). 
  2. El comportamiento en cuestión es clínicamente significativa, manifestándose por una frecuencia de dos episodios semanales durante por lo menos 3 meses consecutivos o por la presencia de malestar clínicamente significativo o deterioro social, académico o de otras áreas importantes para la actividad del individuo. 
  3. La edad cronológica es de por los menos 5 años (o nivel de desarrollo competente). 
  4. El comportamiento no se debe exclusivamente al efecto fisiológico directo de una sustancia ni a una enfermedad médica. 
Existen dos métodos para remitir la Enuresis:
  • El más utilizado es el Método de la Alarma.
Lo que haremos será colocar un aparato de alarma con el objetivo de que despierte al niño cuando se esté orinando en la cama, de manera que consiga interrumpir la micción a los pocos segundos. Así el niño puede levantarse de la cama y terminar de orinar en el baño. Con esto, conseguiremos que el niño asocie entre la distensión vesical y el acto de despertarse e inhibir la micción.
  • Y luego tenemos el Entrenamiento en Cama Seca:
Se utiliza primero la alarma y luego un programa de despertar sistemático:

La primera noche se hace un entrenamiento intensivo, eligiendo la noche anterior a un día festivo o fin de semana, para que puedan descansar al día siguiente. Despertamos al niño después de una hora durmiendo, insistiendo lo menos posible, y se le lleva al baño donde practica retención voluntaria. Luego le pedimos que beba de dos a cuatro vasos de su bebida favorita antes de acostarse. Cuando se despierta al niño para ir al baño, hay que preguntarle si cree que podría aguantar otra hora más sin orinar, si dice que sí se le alaba por ello y se le vuelve a acostar, en cambio si dice que no, se le pide que aguante unos minutos y se le elogia. Luego se le devuelve a la cama y bebe otro vaso de líquido.

Este procedimiento se repite cada hora durante esa primera noche intensiva.

Además haremos práctica positiva una hora antes de ir a dormir durante esta primera noche de entrenamiento. El niño acostado en su cama y con la luz apagada a ser posible, cuenta hasta 50, entonces se levanta, va al baño e intenta hacer pis, y vuelve a su cama. Esto lo tiene que repetir 20 veces, los padres vigilarán desde fuera de la habitación.

Si sonara la alarma durante la noche, utilizaremos sobrecorreción, donde el niño tendría que terminar de orinar en el baño, limpiar, cambiar las sábanas y su pijama, y ponerlo todo en el cesto de la ropa sucia, volver a hacer su cama con sábanas limpias y luego la práctica positiva 20 veces más. A partir de la segunda noche sólo hará la práctica positiva durante una hora antes de acostarse si la noche anterior orinó en su cama.

En la noche siguiente sólo hay que despertar al niño tres horas tras haberse dormido. Después de cada noche sin mojar la cama, los padres lo despiertan media hora antes que la anterior; si se hace pis en la cama, pues se le despierta a la misma hora. Ya no seguiremos con este procedimiento cuando el intervalo entre acostarse y despertarse sea de media hora.

Todo esto se puede hacer durante el día, de manera que el niño sea reforzado según vaya dejando transcurrir periodos de tiempo más largos entre las ganas de orinar y el momento de ir al baño. En principio se le pide que aguante durante cinco minutos. Cada día vamos incrementando el tiempo de espera en dos o tres minutos, hasta que consiga llegar a los 45 minutos de demora y a partir de ahí se finaliza el entrenamiento, pero se sigue con el mantenimiento.

Este entrenamiento se suspende tras siete noches consecutivas sin orinar la cama. Se retira la alarma y ya no despertamos más al niño. Si en este tiempo se producen 2 o más episodios en una semana, se reinstaura el procedimiento desde la segunda noche de entrenamiento.

Al mismo tiempo, hay que utilizar el reforzamiento positivo para motivar al niño, es decir, llevar un registro semanal en el que el niño vaya pegando pegatinas o estrellitas, cada día que no haya orinado en la cama.

Para terminar, hay que realizar un seguimiento por el riesgo de recaídas, por lo que deberemos mantener un contacto con la familia sobre todo durante los primeros 6 meses, ya sea de manera personal o telefónica. Además de avisar a los padres para que estén atentos a posibles sucesos que puedan desencadenar esas recaídas.

Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI




Pesadillas en la infancia

Se trata de uno de los trastornos más frecuentes en la infancia. Se define como un sueño largo muy elaborado, con riqueza de detalles y que provoca en el niño una fuerte sensación de ansiedad, miedo o terror. El contenido de los mismos es muy variado pero siempre existe un componente de peligro para la integridad física del niño. Por lo general no hacen referencia a situaciones reales (salvo en aquellos niños que han sufrido situaciones traumáticas). El episodio suele terminar con el despertar del niño, volviendo éste a un estado de plena alerta y con la sensación de miedo o ansiedad todavía presente.
Aunque las pesadillas no suelen suponer un riesgo, por sí mismas, para la salud del niño, sí que pueden producir un cierto temor a dormir, en especial, si éstas son frecuentes. Es en estos casos cuando se puede alterar el patrón de sueño y aparecer secundariamente la somnolencia excesiva, irritabilidad, ansiedad, etc. Es decir, se asocian a insomnio y a otras parasomnnias.
Las pesadillas suelen aparecer en la fase REM y con mayor frecuencia en la segunda mitad de la noche. Respecto a sus orígenes se han asociado con agentes externos que han provocado inquietud en el niño. A medida que disminuyen las causas que lo han producido, irán desapareciendo. No suelen existir trastornos psicológicos asociados a las pesadillas sino que normalmente tienen relación con fases específicas del desarrollo emocional.

Cuando son muy frecuentes, sí que se ha asociado a niños con un perfil de inseguridad por algún motivo familiar, escolar u otro. Son también habituales en niños que han estado separados de sus madres durante un largo periodo de tiempo o si son hospitalizados.

Según el DSM-IV, la prevalencia oscila entre un 10-50% en niños de 3 a 5 años. El primer episodio suele aparecer por primera vez entre los 3 y 6 años. Normalmente estos episodios se superan con la edad y no necesitan ningún tipo de intervención psicológica.

Como factores predisponentes se pueden destacar: fiebre, estrés emocional, rebote de sueño REM por retirada de barbitúricos, ß-bloqueantes, alcohol, y tras la administración de fármacos dopaminérgicos, reserpina y a-metildopa.

Las situaciones de estrés y los episodios traumáticos, aumentan su frecuencia y severidad. En el tratamiento de este problema se utilizan técnicas de relajación y enfrentamiento al contenido de la pesadilla, remitiendo el problema en un corto espacio de tiempo.

Son fenómenos parecidos a los terrores nocturnos aunque se diferencian de éstos por dos hechos concretos: se producen en la segunda mitad de la noche, en la fase REM y el niño explica claramente que es lo que ha soñado y le ha despertado. Normalmente relata hechos angustiosos relacionados con miedo, animales que lo atacan o conflictos con otros niños.

Por lo general los episodios duran unas semanas y están relacionados con algún acontecimiento externo que ha causado inquietud en el niño. A medida que disminuye la ansiedad diurna los episodios también disminuyen en intensidad y frecuencia. Los padres deben intentar calmar al niño, que estará despierto y plenamente consciente, tratando de restar importancia a lo soñado. Remiten espontáneamente antes de la adolescencia. Si persistieran debería descartarse la presencia de psicopatología.


Criterios para el diagnóstico de Pesadillas:

  • Despertares repetidos durante el período de sueño mayor o en las siestas diurnas, provocados por sueños extremadamente terroríficos y prolongados que dejan recuerdos vívidos, y cuyo contenido suele centrarse en amenazas para la propia supervivencia, seguridad o autoestima. Los despertares suelen ocurrir durante la segunda mitad del período de sueño.
  • Al despertarse del sueño terrorífico, la persona recupera rápidamente el estado orientado y despierto (a diferencia de la confusión y desorientación que caracterizan los terrores nocturnos y algunas formas de epilepsia).
  • Las pesadillas, o la alteración del sueño determinada por los continuos despertares, provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
  • Las pesadillas no aparecen exclusivamente en el transcurso de otro trastorno mental (p. ej., delirium, trastorno por estrés postraumático) y no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o de una enfermedad médica.

Diagnóstico diferencial de las parasomnias: Pesadillas
  • Terrores Nocturnos 
  • Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño
  • Narcolepsia 
  • Trastorno de pánico 
  • Pesadillas inducidas por fármacos (antidepresivos, cafeína…)
El diagnóstico diferencial se realiza sobre todo con los terrores nocturnos, que es otra parasomnia dentro de los Trastornos del Sueño. Normalmente no constituyen trastornos importantes pero sí que pueden ser objeto de asesoramiento o intervención psicológica por los efectos secundarios que pueden producir en el niño (miedo a dormirse, a la noche, a conciliar el sueño sólo, irritabilidad, ansiedad, etc.).
Diferencia entre pesadillas y terrores nocturnos.


PESADILLAS
TERRORES NOCTURNOS
Normalmente el niño se despierta durante el episodio y recuerda el contenido del sueño. Existe contacto con la realidad.
A pesar de que puede incorporarse de la cama e incluso llorar o gritar, resulta muy difícil despertarle. No recordará nada. Ni existe contacto con la realidad.
Los contenidos del sueño recordados son muy elaborados.
Contenidos inexistentes o muy vagos del episodio.
Durante los episodios no suelen aparecer movimientos ni vocalizaciones ya que no existe tono muscular. En el caso de que aparezca alguna palabra o grito indica el final de la pesadilla.
Pueden aparecer verbalizaciones y/o vocalizaciones por la presencia de tono muscular.
Al despertarse: sensación de miedo y ansiedad asociada al recuerdo de las imágenes oníricas.
Se experimenta una intensa ansiedad con gran activación autonómica.
Aparecen en la fase de sueño REM.
Aparecen en el sueño No REM (fases III y IV)
Suelen darse en la segunda mitad de la noche.
Se dan en la primera mitad de la noche.
Inicio entre los 3 y 6 años.
Inicio entre los 4 y 12 años.
Suelen remitir a medida que el niño se hace mayor.
Suelen desaparecer con el tiempo y normalmente no precisan tratamiento farmacológico.


Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI

miércoles, 23 de julio de 2014

Técnicas que puedes usar para modificar la conducta de tu hijo ( Modificación de Conducta)

Las principales técnicas operantes que en nuestra opinión serían bastante útiles y sencillas de practicar para los padres son:

Reforzamiento positivo:

El reforzamiento positivo consiste en ofrecer al niño algo que le gusta, justo después de que haga lo que deseamos. Para que ésta técnica sea efectiva, el reforzador tiene que ser contingente, es decir, tiene que aparecer inmediatamente tras la conducta del niño, y además tiene que sea algo que realmente le guste.

Es importante sólo entregar el reforzador siempre que se lo haya ganado, incluso diciéndole al niño el motivo por el cual se lo damos.

Para instaurar conductas es más adecuado un reforzamiento continuo (cada vez que realice la conducta), y para mantener conductas una vez ya aprendidas, un reforzamiento intermitente (cada cierto número de veces que la realice, por ejemplo)

Algunos ejemplos:

  • Decir “muy bien hecho” cuando se haya vestido solo. 
  • Darle su merienda preferida, por haber terminado los deberes del cole. 

Reforzamiento negativo:

Esta técnica consiste en retirar o reducir un estímulo que al niño no le gusta, justo después de que realice la conducta que deseamos.

Es importante saber exactamente qué conducta es la deseable y seleccionar uno o más estímulos que sabemos que al niño le van a desagradar lo suficiente, como para querer evitarlos. Además de explicarle qué es lo que puede hacer para evitarlo.

Se explica más fácilmente con unos ejemplos:
  • El niño que recoge su habitación para que su padre deje de mirarlo enfadado. 
  • Comerse toda la comida, para no perderse el partido de fútbol. 

Castigo:

Esta técnica consiste en presentar algo al niño que no le gusta, tras haber realizado la conducta indeseada.

Es necesario que el niño sepa qué conducta es la que deseamos

Hay que tener cuidado porque tiene efectos secundarios negativos.

Ejemplos:
  • Un niño tira las cosas de la mesa al suelo y el padre le quita el postre. 
  • Unos chicos que están jugando a la consola y se ponen a saltar en los sillones, y la madre les quita la consola. 

Extinción:

Es cuando dejamos de recompensar una conducta que antes recibía reforzamiento.

Hay que saber qué reforzadores son los que están manteniendo la conducta que queremos eliminar, para poder controlarlos. Siempre va a aparecer un incremento de la conducta indeseada antes de que empiece a desaparecer, por ello hay que tener muy claro que hay que aguantar la insistencia del niño.

Ejemplo:

  • Un niño que se pone a gritar para que los padres le hagan caso. 
  • También intentar que el niño se tranquilice cuando ha cogido una rabieta. 
Una de las cosas que suelen hacer mucho los padres es mirar al niño cuando está haciendo algo inadecuado, por lo que con esta técnica lo que se hace es dejar de mirar y prestar atención cuando realice este tipo de conductas.


Moldeamiento:

Es cuando se le refuerzan al niño las aproximaciones de la conducta que le estamos enseñando. Es muy útil cuando la conducta que queremos que realice, no está en su repertorio, es decir, no la sabe hacer.

Se le enseña lo que queremos que haga, y se le va reforzando las aproximaciones sucesivas hasta llegar al final, a medida que va avanzando en los pasos, sólo se le refuerza cuando realice el último paso aprendido.

Si la conducta a realizar es muy difícil para el niño, es mejor dividirla en pasos muy cortos, y que los primeros pasos sean fáciles para que pueda conseguir el reforzador y motivarlo.

Un ejemplo:
  • Un padre que quiere enseñarle a su hijo a doblar la ropa. 
  • Un adolescente que quiere aprender a hacer de comer. 

Desvanecimiento:

Es la técnica que se usa para ir disminuyendo de manera gradual las ayudas que antes se le daban al niño para enseñarle una conducta nueva.

Hay varias formas de ir disminuyendo esas ayudas: como por ejemplo ir demorando cada vez más el tiempo que tardamos en darle la ayuda visual o auditiva.

Se utiliza mucho junto con la técnica de moldeamiento.

Ejemplo:
  • El niño está aprendiendo los colores, al principio le vamos diciendo el nombre del color completo (verde), y una vez los vaya memorizando, sólo le vamos diciendo el inicio de la palabra ( qué color es este? Ver…) 

Encadenamiento:

Se utiliza con conductas que son muy complejas, por lo que se descomponen en otras más sencillas. Lo que se hace es elaborar una cadena de pasos que se van reforzando hasta llegar a la conducta final.

En un principio se van reforzando cada uno de los eslabones de la cadena, y luego se va retirando el reforzamiento de manera gradual, por lo que pasa a ser un reforzamiento intermitente.

Uno de los ejemplos en lo que se usa esta técnica es en el lavado de manos para niños con necesidades especiales.


Modelado:

Esta técnica se basa en que toda conducta se puede aprender por la observación directa de la conducta de los demás, es decir, el niño aprende una conducta observando a un modelo.

Antes de empezar hay que explicarle la conducta que luego va a tener que imitar, se le van dando algunas instrucciones para que lo haga mejor, e incluso el modelo va verbalizando la conducta deseada al mismo tiempo que la va realizando. Luego el niño tiene que hacer lo que ha observado.

Por ejemplo:

  • Un niño se lava los dientes delante de otro para que éste último aprenda. 
  • Un entrenador de fútbol que le enseña a sus jugadores una técnica haciéndolo el primero. 

Saciación:

La saciación es básicamente cansar o aburrir al niño con un reforzador hasta que éste llega a dejar de ser reforzante para él.

Todas las cosas en grandes cantidades producen saciación, porque nos aburrimos de ellas. Esto puede ser una técnica para reducir una conducta, ya que lo que hacemos es dar el reforzador que sostiene una conducta indeseada, de manera que al niño ya no le resulte atractivo dicho reforzador, y deje de realizar la conducta (suele pasar con los reforzadores primarios, es decir, con la comida, aunque al tiempo vuelven a recuperar su valor reforzante)

También se puede ver de otra forma, y es hacer que el niño realice la conducta indeseada tantas veces, que se canse de ella y ya no quiera hacerla más. (esto se suele usar con niños que no dejan de decir palabrotas)

Hay que tener cuidado de que la conducta que vayamos a utilizar con este procedimiento, no sea peligrosa para el niño, como son las conductas autolesivas.


Sobrecorrección:

Es cuando hacemos que el niño realice de manera repetida y prolongada, una serie de conductas adecuadas que están relacionadas con la conducta indeseada. Es decir, que restituya lo que ha perturbado.

Como en todas las técnicas que hemos comentado, la aparición de la sobrecorreción debe ser inmediata a la aparición de la conducta indeseada, y lo importante aquí es no reforzar al niño mientras está realizando la conducta de sobrecorreción que le hemos mandado.

Ejemplo:
  • Un niño que ha manchado los cristales de un coche, le haremos limpiar no solo los cristales, sino el coche entero. 
  • Cuando pegue a un compañero, hacer que le cure las heridas, además de pedirle perdón. 
Se usa mucho en las conductas autolesivas de niños con autismo, por ejemplo.


Costo de respuesta:

Esta técnica lo que hace es retirar inmediatamente un reforzador que previamente ha ganado, cuando el niño realiza una conducta que queremos eliminar de su repertorio.

Se utiliza mucho junto con la técnica de economía de fichas. Si es posible utilizar otras técnicas es más recomendable, debido a su carácter intrusivo.

Es importante saber qué reforzadores se van a utilizar, para luego retirarlos en caso necesario, además de saber cuál es la conducta deseada. Antes de empezar con el coste de respuesta, hay que dejar que el niño haya acumulado previamente los reforzadores y que sepa el coste que tendrá el realizar las conductas indeseadas y el beneficio de realizar las deseadas (por ejemplo: economía de fichas)


Tiempo fuera:

Aquí lo que se hace es eliminar un reforzador inmediatamente cuando emita la conducta indeseada, es decir, se le retira del lugar donde están todos los reforzadores o se retiran los reforzadores del lugar donde está el niño por unos minutos.

Hay que tener claro qué conducta es la indeseada y avisar al niño, si éste sigue emitiendo dicha conducta, se le retira o aleja del reforzador.

Lo importante es que el lugar donde realicemos el tiempo fuera no sea atractivo para el niño, ni tenga posibilidad de escaparse de él.

Uno de los ejemplos clásicos es la silla o el rincón de pensar.


Economía de fichas:

Esta técnica es válida tanto para aumentar conductas, como para reducirlas (junto con coste de respuesta)

De lo que se trata, es que el niño vaya acumulando una serie de fichas o puntos, por realizar conductas deseables, para conseguir un premio muy atractivo para él.

Se divide la conducta en pasos, por lo que se van ofreciendo cada una de las fichas al realizar dichas conductas. El niño tiene que estar enterado del sistema que estamos realizando, y de lo que puede conseguir por la acumulación de los puntos.


Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Perenquén GPI