Las personas que comen de manera compulsiva son víctimas de la incomprensión por parte de las personas que les rodean, y muchas veces también por parte de los profesionales sanitarios. Incluso hasta ellos mismos pueden llegar a rechazarse, por lo que a veces es muy difícil que se enfrenten a sus problemas y tienden a negarlos.
Es muy complicado que estas personas se sientan satisfechas con un descenso de peso menor que el que ellos desean, este fracaso a la hora de alcanzar el peso buscado se debe a que fijan una meta de peso ideal e irreal, y no a una falta de capacidad y esfuerzo.
Es básico y fundamental en toda terapia psicológica, el trabajar con el conflicto de aceptación y cambio "real", de manera que se afronte la problemática del peso y de la imagen corporal, es decir, bajar de peso no debe ser visto como la única o la mejor manera de mejorar la imagen corporal en las personas con obesidad. El rol del terapeuta psicológico debe facilitar el cambio de hábitos, dentro de un clima de sensibilidad y respeto hacia la persona con obesidad. Por tanto, la terapia nutricional y la psicológica deberían ir juntas.
Algunas claves:
- No centrarse en realizar dietas, sino en aprender patrones de comportamiento emocional, junto a alternativas de ocio activo y educación nutricional.
- No apoyarse de manera exclusiva en la alimentación, ni obsesionarse con comer menos o sólo comer algunos alimentos, agravando los descontroles y potenciando el sentimiento de fracaso y rabia.
- La dieta sólo sera eficaz si se realiza junto a un apoyo psicológico que permita tomar conciencia de las emociones negativas que llevan al "atracón" y que favorezca el cambio e la forma de relacionarse consigo mismo y con los demás.
- Muchas dietas no promueven cambios a largo plazo, que es necesario para cambiar los estilos de vida.
Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Gabinete Psicología Perenquén
Revista consultada:
Revista canaria de la salud.
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