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lunes, 23 de marzo de 2015

Estimulación Psicomotora en los Bebés

En los últimos años ha habido un aumento en el interés del papel del desarrollo psicomotor en el proceso educativo de los niños, ya que se ha comprobado que tiene un gran influencia en el desarrollo general, sobre todo en los periodos iniciales de la vida.

El tono muscular, la postura, y el movimiento son las primeras formas de comunicación humana con el medio. Por otro lado, los procesos de aprendizaje se establecen sobre el sistema tónico-postural y la actividad motriz coordinada e intencional, por ello, toda alteración que afecte el desarrollo psicomotor en los niños, es potencialmente generadora de una discapacidad de aprendizaje. Por ello, el movimiento se entiende como un facilitador primario de desarrollo cognitivo, afectivo y motor, sobre todo en la infancia y en la niñez. Las facultades futuras de los niños, dependerán de su capacidad para moverse.

Todos los bebés están dotados con ciertas habilidades innatas, pero el que logren desarrollarlas al máximo o no, dependerá del entorno, es decir, de los padres.  Los sistemas del bebé están en plena evolución y dependen de la interacción que tengan con el medio ambiente, para poder desarrollarse plenamente o no.

En el primer año de vida del pequeño, el cerebro crece a una velocidad importante, alcanzando el 75% de su desarrollo, por lo que es muy importante aprovechar este periodo para estimular al bebé. Gracias a la estimulación, desarrollará su inteligencia, sus movimientos, etc.

Cuando un niño mueve alguna parte de su cuerpo, se potencian 2 tipos de aprendizaje:

  1. Aprender para moverse.
  2. Moverse para aprender.
La gravedad es otro problema añadido, ya que dentro del útero materno no tenía la misma sensación. El pequeño debe adaptarse a ella, aprendiendo a través de los intentos, de ensayo- error y repetición. Además, gracias a la base que trae programada en su cerebro, a su sistema nervioso y a la actividad, movimientos y posturas que va realizando, termina dominándolo y desarrollando un mecanismo de control postural, Los niños tardan entre 18 y 20 meses en empezar a tener dicho control postural, que le permita efectuar movimientos con un mínimo de equilibrio y coordinación.

Hasta hace poco tiempo, el desarrollo de las habilidades motrices y psicomotoras de los niños se creían azarosas, suponiendo que la maduración y la experiencia personal de cada pequeño era suficiente para alcanzar un desarrollo psicomotor adecuado. Hoy en día, se sabe que sin experiencias psicomotoras apropiadas, algunos niños son incapaces de desarrollarse como deberían.

No todos los niños que comienzan la escuela sobre los 3 añitos, poseen conocimientos del cuerpo, ni tienen un dominio adecuado sobre él, es decir, algunos niños pueden presentar dificultades relacionadas con la coordinación, el control postural, la lateralidad o la estructuración espacio-temporal, afectando de alguna manera a su desarrollo.

Los periodos de la niñez temprana y media son críticos para el desarrollo de habilidades motrices elementales, muchas de las cuales se tienen que integrar de manera posterior en habilidades más complejas, que son necesarias para poder participar en actividades variadas.

La estimulación temprana lo que pretende es aproximar el medio ambiente al pequeño, amplificarlo, cambiarlo si es necesario, facilitar el acercamiento a éste, mostrarle habilidades motrices básicas al bebé para que pueda interactuar con el entorno y para que pueda tener experiencias adecuadas que despierten su cerebro. 

Como hemos dicho, el desarrollo óptimo de las funciones perceptivas e intelectuales del niño, dependen de una variada y equilibrada estimulación durante los primeros meses de vida. Y a través del movimiento se excitarán los aparatos sensoriales del bebé, llevando la información al cerebro que debe aprender a procesarla y a producir respuestas correctas.

En definitiva, el niño va a dominar y a comprender el mundo a través de su propia exploración, por lo que los adultos deben ayudarle facilitando la interacción por medio de juegos, juguetes, ejercicios de estimulación, etc, que sepan sacarle partido a las experiencias y canalizándolas hacia un buen control de la motricidad. Así, el pequeño interiorizará las sensaciones profundas y superficiales que vaya sintiendo y desarrollará una buena representación de su propio cuerpo.

Texto redactado por:
María Jesús Meneses Delgado
Gabinete Psicología Perenquén

Revista consultada:
Revista canaria de la salud


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