Desarrollo del lenguaje desde las primeras etapas y según el curso habitual:
- Etapa prelingüística (del primer mes hasta el año): se adquieren formas de comunicación temprana como el llanto, la sonrisa o las vocalizaciones que intercambian con el adulto, que adquieren significado en la interpretación que el adulto le da. Antes de los 6 meses, el bebé ya da muestras de una audición selectiva respondiendo a determinados sonidos e ignorando otros.
- Primeras palabras (entre los 12 y 18 meses): empiezan a surgir las primeras palabras aisladas con intención comunicativa, suelen ir acompañadas todavía por gestos y entonaciones que amplían su capacidad para expresar intenciones y pensamientos en una sola emisión. Se produce lo que Piaget denominó “lenguaje egocéntrico” ya que el niño dirige sus emisiones en voz alta hacia sí mismo.
- Combinación de dos palabras (de 18 a 24 meses): las palabras sueltas de la etapa anterior empiezan a combinarse. Suele pasar cuando su vocabulario es ya de unas 50 palabras aproximadamente. La comprensión del lenguaje aumenta si bien suele repetir partes de las emisiones de los adultos (ecolalias).
- Etapa de la frase simple (2 a 3 años): empiezan a construir las primeras oraciones de 2 o 3 palabras a los que se van incorporando determinados morfemas o inflexiones. Es el inicio de la conversación real, disminuyendo el lenguaje dirigido a sí mismo y asumiendo el aprendizaje de las normas que rigen la comunicación social del lenguaje.
- Desarrollo gramatical (3 a 4 años): etapa de grandes avances en la evolución del lenguaje, especialmente en el dominio de la gramática con oraciones cada vez más complejas. Aproximadamente aparecen 1.000 palabras nuevas en el vocabulario y se adquiere conceptos espaciales y temporales, comenzando a describir hechos presentes, pasados y futuros.
- Desarrollo posterior (a partir de los 4 años): el sistema lingüístico se va perfeccionando y se cometen menos errores gramaticales. Aumenta considerablemente su capacidad para comprender los sentidos figurados, distanciándose del significado literal. Su lenguaje va madurando y adaptándose al interlocutor y al contexto donde se produce.
Para poder diagnosticar un trastornos del lenguaje, se deben aplicar pruebas de capacidad intelectual general tipo WPPSI-III oWISC-IV (según edad) para descartar el retraso mental u otros déficits que serían incompatibles con nuestro diagnóstico. Con frecuencia, es complicado el diagnóstico diferencial, dado que pueden darse factores añadidos que pueden alterar la medición del C.I. real del niño.
En definitiva, si en estas pruebas no se detecta una discapacidad significativa, no estaría justificado un diagnóstico de Retraso Mental y, por tanto, podemos sospechar un trastorno del lenguaje.
Una vez evaluadas las capacidades generales hay que proceder a la aplicación de pruebas más específicas según el perfil y síntomas del niño:
Algunas pautas para la intervención:
Una vez evaluadas las capacidades generales hay que proceder a la aplicación de pruebas más específicas según el perfil y síntomas del niño:
- PROLEC-R y PROLEC-SE (Habilidades lectoras en español y euskera). Detección de la Dislexia. Aplicable en toda la etapa de primaria (1º a 6º).
- BOSTON. Test de vocabulario. Evaluación de la afasia y de los trastornos relacionados. A partir de 5 años y adultos normales y afásicos.
- DST-J. Test para la detección de la Dislexia en niños. Aplicable en niños entre 6 años y medio y 11.
- ECL-1 y 2. Evaluación de la Comprensión Lectora. Contiene dos formas para niños de entre 6 y 8 años y de 9 a 10. Hay una versión en euskera.
- EDAF. Evaluación de la discriminación auditiva y fonológica. Para niños de 2 a 8 años.
- ITPA. Test Illinois de aptitudes psicolingüísticas. Entre 3 y 10 años.
- PLON- R (Prueba de Lenguaje Oral de Navarra). Es un test que sirve de screening o detección rápida del desarrollo del lenguaje oral. Edad de aplicación: 3 a 6 años.
- PEABODY. Test de vocabulario en imágenes.
Algunas pautas para la intervención:
- Es fundamental establecer el diagnóstico diferencial y comprender los síntomas del trastorno para ayudar y evitar su etiquetaje en otros conceptos populares (vago, desmotivado, sin interés por aprender, etc.).
- Deben producirse las correspondientes adaptaciones curriculares. Obligarles a leer los textos que les corresponden por curso y comprenderlos, no ayudará a su mejora.
- Es fundamental introducir el juego como un elemento de transmisión y práctica de las habilidades lingüísticas que pretendemos enseñar. El lenguaje se adquiere no sólo en la interacción con las personas, sino también como resultado de las experiencias del niño, especialmente a través de actividades de juego que implican manipular, explorar objetos y juguetes.
- El contexto de trabajo reflejará situaciones y objetos cotidianos para el niño, de forma que se mantenga un ambiente familiar para él. La información obtenida a lo largo de la evaluación nos debe aportar datos acerca de las actividades y rutinas que le gustan y podemos utilizarlas para reforzar y motivarle en los aprendizajes.
- Es posible, dada la alta comorbilidad de los trastornos del lenguaje, que debamos actuar también sobre otros síntomas conductuales (hiperactividad, rabietas, déficit de atención, etc.) y emocionales (baja autoestima y motivación). No obstante deberemos tener en cuenta que éstas serían secundarias al trastorno del lenguaje y que la mejor forma de tratarlas es mejorando las competencias comunicativas del niño.
- Para poder programar los diferentes objetivos de tratamiento deberemos tener en cuenta el nivel actual de desarrollo del niño y empezar desde ese nivel utilizando los materiales y actividades adecuadas.
- Instruir a los padres para que se involucren en conversaciones adecuadas a las necesidades de su hijo. Normalmente, los adultos cuando se dirigen a los niños modifican su expresión y utilizan un lenguaje simplificado, sencillo y directo. Es necesario regular estas comunicaciones de acuerdo a las pautas que nos interesen establecer y mantenerlas habitualmente.
- Normalmente hay que hablar lentamente y utilizar estructuras redundantes, así como manejar pausas prolongadas entre emisiones. De la misma forma, el contenido fonológico debe caracterizarse por palabras sencillas y de fácil reproducción para el nivel que muestra el niño.
- Evitar la marginación entre sus compañeros y actuar con firmeza si detectamos algún tipo de acoso. Estos niños, según características y gravedad del trastorno, pueden ser objeto de burla fácil.
- Tener en cuenta que una situación de bilingüismo o plurilingüismo puede comportar dificultades añadidas a estos niños. En los casos más severos, lo más coherente sería centrarse en la lengua principal y obviar las restantes si queremos establecer unas competencias lingüísticas básicas.
María Jesús Meneses Delgado
Gabinete Psicología Perenquén
Enlaces consultados:
http://www.psicodiagnosis.es/areaclinica/trastornosenelambitoescolar/trastornos-del-habla-y-lenguaje/index.php
http://www.psicodiagnosis.es/areaclinica/trastornosenelambitoescolar/trastornos-del-habla-y-lenguaje/index.php